Ante todo, sinceridad. No formo parte de la generación que creció con el cine de los action heroes —léanse Stallone, Schwarzenegger, Norris o Seagal— ni disfruto en demasía de producciones que he podido revisar de esa época como son Rambo: Acorralado (Ted Kotcheff, 1982) o Depredador (John McTiernan, 1987). Esto, lo admito, me convierte en un espectador limitado ante una propuesta como J.C.V.D. que, en un primer visionado, no pude valorar en su justa medida. Después de informarme y de darle muchas vueltas al tema —a estas alturas ya toda la comunidad cinéfila conoce de pe a pa la intríngulis del filme en cuestión—, decidí darle una segunda oportunidad a la película y el experimento funcionó. Lo que antes me parecía la maniobra guionizada de una estrella en decadencia, ahora me resultaba un golpe inaudito de honestidad. Lo que, por momentos, veía como un ejercicio formal exhibicionista y vacuo, ahora se revelaba como una muestra de talento propia de un director neovirtuoso. Sí, definitivamente, me había equivocado. Y, en este artículo, no me quedaba otra que dar la razón al resto de la crítica y aceptar que, aún siendo parcialmente fallido, el nuevo filme al servicio de Jean Claude Van Damme era (y es) realmente interesante. A eso vamos, entonces.
¿En qué senda cinematográfica se enmarca J.C.V.D.? ¿Qué límites ha traspasado Mabrouck El Mechri con su primer filme? Bien, si echamos un vistazo a la tercera acepción con la que el diccionario de
Por ahora, ya hemos visto el caso más sutil —aunque también ligeramente fallido— de Mickey Rourke interpretando un papel muy parecido al de su vida (y alcanzando la redención como actor/persona) en el The Wrestler de Darren Aronofsky y a la vuelta de la esquina nos espera la que promete ser una delirante comedia de terror titulada My Name is Bruce en la que el intérprete de serie B Bruce Campbell dirige, protagoniza y hace también de sí mismo en la ficción. Se trata, quizás, de dos ejemplos aislados y no del todo precisos. Pero esperemos que, por el bien de la cinefagia, se aproveche el filón y se sigan dando este tipo de filmes en el futuro. J.C.V.D. no puede quedarse sólo como una curiosa rareza. Nos negamos rotundamente a aceptarlo.
Nota 1.El director se expresa así sobre esta escena en concreto: “Jean Claude quería contar muchas cosas sobre él y tuvimos que enfrentarnos a un problema: él quería ser franco con él mismo, necesitaba un momento de intimidad. Me pidió no cruzar la mirada con los demás, fue por esta razón que decidí hacer el movimiento de grúa, él se elevaba y no cruzaba su mirada con nadie. Lo cierto es que Jean Claude Van Damme es un personaje tan complejo que es imposible resumirlo en una hora y media”. El fragmento forma parte de una entrevista de Violeta Kovaksis publicada en el número de noviembre de este año de la revista de cine online Contrapicado.net.
Artículo publicado en la sección de críticas de Miradas de Cine
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