lunes, 30 de marzo de 2009

Mercado DVD: Tarr, Clavell, Gee, Kotani,...

Os dejo algunos comentarios de lanzamientos recientes en DVD publicados en el portal de Cinearchivo:

"Es bien sabido que, desde la eclosión de internet, la industria musical se encuentra en una encrucijada tan o más compleja que la que a día de hoy afronta el negocio del cine. Entre las soluciones más imaginativas que han ido surgiendo para superar las cuantiosas pérdidas causadas por la piratería (ante la que, quede claro, no estoy del todo en contra) cabe destacar la proliferación de reportajes musicales editados en dvd que tanto sirven de complemento a los ya obsoletos cds como facilitan las sinergias empresariales para vender un mismo producto (musical) de diversas formas posibles y así recuperar el dinero invertido durante la promoción y la producción del nuevo trabajo del grupo o solista en cuestión (algo a lo que también ayudan -dicho sea de paso- los descabellados precios de los conciertos). Llegados a este callejón sin salida, uno debe curarse en salud y seleccionar muy bien los documentos audiovisuales que se atreve a visionar". (...)

"Boris Karloff y Bela Lugosi. Charles Chaplin y Buster Keaton. Bruce Lee y Chuck Norris. Robert de Niro y Al Pacino. El cine siempre ha sido un terreno abonado a la confrontación de mitos y una película hoy tan olvidada como La espada del Samurái no es ajena a esta tradición. Quizás al espectador occidental no le suenen ya en demasía los nombres de Toshiro Mifune y Sonny Chiba. Pero estamos hablando de dos auténticas leyendas del cine japonés, de dos rostros que en la iconografía del país nipón bien serían equivalentes a lo que representan para el imaginario estadounidense John Wayne y Clint Eastwood. A lo mejor, exagero un poco. Pero los tiros irían por ahí. Porque sin la figura de Mifune no se pueden entender los chambazas (el género de espadachines japonés) y sin la de Chiba no se pueden calibrar las cintas de artes marciales". (...)

"Si hay una obra que certifica el progresivo alejamiento del espectador de a pie respecto a las formas de cine más singulares de las dos últimas décadas ésta podría ser perfectamente la del húngaro Béla Tarr. Un cineasta, a todas luces superdotado que, en otro tiempo y otro lugar, merecería alabanzas unánimes y entraría, sin demasiados problemas, en el olimpo de creadores de la talla de Andrei Tarkovski o Krzysztof Kieślowski, pero que hoy -en el lamentable panorama que impera en la distribución mundial de películas- aún ve restringido su marco de influencia a los circuitos cinéfilos más cerrados (léase los festivales internacionales). Por ello, aun siendo tardía y limitada, la llegada de varios de sus filmes al mercado del dvd español sólo puede ser motivo de celebración. Motivo de celebración y también de reflexión". (...)


"Enfrentarse a la historia es siempre un ejercicio de riesgo. Y más cuando uno se atreve con hechos remotos que ya no planean en el imaginario colectivo y que pueden ser completamente desconocidos por el espectador medio. Es lo que hizo el otrora popular escritor James Clavell que, en su atípica carrera como cineasta, dirigió este El Último Valle, un estupendo filme ubicado en la Guerra de los Treinta Años que asoló Europa durante el siglo XVII. Ante el sonoro (y previsible) fracaso comercial de la propuesta, Clavell -responsable de best-sellers como “Shogun” o “Tai Pan”- nunca se volvió a poner tras las cámaras y su testamento cinematográfico pasó a englobar la larga lista de obras injustamente olvidadas por la cinefilia". (...)

jueves, 26 de marzo de 2009

¿Biblioteca virtual?


Se ha discuto mucho a propósito de la progresiva implantación de internet como herramienta democratizadora (y gratuita) de la cultura (y aquí me refiero, sobre todo, a la música y al cine), pero, a estas alturas, son tantos los agentes implicados en la batalla que uno no sabe dónde posicionarse sin meter la pata hasta el fondo. Es cierto que los consumidores nos aprovechamos claramente de la situación y de que disponemos de una serie de recursos para acceder al arte que eran inimaginables un par de décadas atrás, pero no creo que este panorama nos haga tan culpables como muchos gobiernos e instituciones nos quieren hacer ver. Más que nada porque las desfasadas leyes no se han adaptado aún al nuevo estado de las cosas y porque, hoy por hoy, nos encontramos ante una situación anómala, de impasse, de transición hacia nuevos terrenos (que no creo que tengan demasiado que ver con las tan cacareadas 3D) en los que (me temo) volveremos a pagar de un modo u otro por lo que consumimos.

Las más perjudicadas por el nuevo paradigma parecen ser las grandes productoras y discográficas que, en general, no ven con buenos ojos los cambios que se están produciendo en el mercado y se acercan peligrosamente al abismo. Algo que no tiene porque acabar con el consumo de arte en sí porque existen soluciones más o menos imaginativas que pasan tanto por los grandes acontecimientos (festivales o conciertos), por la publicidad (ahí tenemos el ejemplo de youtube) o por
lo que Alejandro Díaz define acertadamente como la gorra digital, en referencia a una mayor conexión -sin apenas intermediarios- entre creador y espectador.

Por mi parte, sigo siendo un amante de las salas de cine y prefiero los vinilos a las descargas mp3, pero no puedo más que rendirme ante las ventajas de la situación actual. Ventajas que permiten la existencia de iniciativas tan loables como Europa film treasures,
una web pública, gratuita y legal en la que se pueden ver numerosos cortos experimentales restaurados con subtítulos en varios idiomas. Un verdadero avance de lo que podremos encontrar en un futuro no demasiado lejano: bibliotecas virtuales con todas las películas y discos que deseemos a un precio simbólico. Cuando lleguemos a ese punto, la pregunta será clara: ¿quién querrá pagar el carnet de socio después de haber tenido todos los productos gratis durante tantos años?

jueves, 5 de marzo de 2009

Reivindicando los rockumentaries: ¡Vivan los Lips!

Hubo un tiempo en que The Flaming Lips eran mi grupo musical preferido. Ahora los sigo teniendo en muy alta estima, pero el abuso de sobreproducción, de parafernalia, de perfección sonora, en sus últimos trabajos me impide disfrutrarlos tanto como antes. Quizás se han hecho viejos o yo he perdido la inocencia, pero echo de menos esa esquizofrenia musical -y lisérgica- que los hacía únicos. Por lo demás, son unos tipos locos entrañables que, unos años atrás, protagonizaron un atípico rockumentary sobre sus vidas que se tituló, muy adecuadamente, The Fearless Freaks. De este modesto trabajo hablo en mi pequeña reseña dentro del (extraordinario) estudio -coordinado por la gran Beatriz Martínez- dedicado a los documentales musicales en el último número de Miradas de Cine. Un género, éste, aún muy desconocido y que tiene joyas del calibre de Step across the border o Gimme Shelter.

Nada, sólo espero que os animéis a leer los muchos textos que componen lo que ha sido un curro considerable para muchos que han sabido reunir una serie de firmas de considerable talento y pasión. Para empezar nada mejor que leer el desprejuiciado artículo-resumen del bueno de Gerard Casau. ¡No os lo perdáis!