No cabe ni un afiler. Los Vips están desorientados. El público ruge. Pasa media hora del horario previsto. Y él no aparece. ¿Dónde está? Las luces se funden lentamente. Por fin. Silencio. Gritos. Y de nuevo, focos. Pero sólo para el escenario. El exquisito cuarteto a su alrededor, el león en una tarima circense. Empieza el espectáculo y se confirman las previsiones. Tom Waits no es de este mundo. Quizás su voz suena, por unos momentos, excesivamente metalizada. Pero pronto todo vuelve a su cauce. Y en un plis plas, descubrimos al caberetero, al clown, al mimo, al narrador, al borracho, al icono, a la leyenda.
No incluye su primer show barcelonés -ni ninguno de esta restringida gira- canciones excesivamente conocidas ni melodías románticas de los tiempos de Closing Time. Pero todo es deslumbrante, único. Durante algo más de dos horas, resuenan los ecos de la Ruta 66, del blues, del western, de los delirios de Terry Guilliam; de la música, el cine y el teatro populares. Los rasgos físicos del artista, sus gritos, su mirada. Todo nos remite a un tiempo que ya no volverá, pero que se resiste a morir. God's away on business adula la bestia mientras levanta el polvo con sus botas, pero no sólo la idea de Dios se ha ido. Son muchas las cosas que han cambiado; muchos los artistas que, mirando por su bolsillo, han traicionado sus raíces. Unos cambios que, por fortuna, no alcanzan a Waits, tan esencial y rompedor como siempre. Aunque las entradas para su concierto sean las más caras del año.
No importa. Lo de hoy es una catarsis. Un recorrido popular y personal, un placer. Una ceremonia en la que el predicador consigue despertar la fe en sus feligreses. You're innocent when you dream respondemos todos al unísono, confiados. Y luego se obra el milagro. Make it rain! Make it rain! gritamos. Y el confetti se precipita desde el cielo. El mago lo ha vuelto a hacer. Pero, por primera vez en cuarenta años de carrera, delante de nuestras narices. ¿Volverás algún día Tom Waits? Tú espíritu aún no nos ha dejado del todo.
No incluye su primer show barcelonés -ni ninguno de esta restringida gira- canciones excesivamente conocidas ni melodías románticas de los tiempos de Closing Time. Pero todo es deslumbrante, único. Durante algo más de dos horas, resuenan los ecos de la Ruta 66, del blues, del western, de los delirios de Terry Guilliam; de la música, el cine y el teatro populares. Los rasgos físicos del artista, sus gritos, su mirada. Todo nos remite a un tiempo que ya no volverá, pero que se resiste a morir. God's away on business adula la bestia mientras levanta el polvo con sus botas, pero no sólo la idea de Dios se ha ido. Son muchas las cosas que han cambiado; muchos los artistas que, mirando por su bolsillo, han traicionado sus raíces. Unos cambios que, por fortuna, no alcanzan a Waits, tan esencial y rompedor como siempre. Aunque las entradas para su concierto sean las más caras del año.
No importa. Lo de hoy es una catarsis. Un recorrido popular y personal, un placer. Una ceremonia en la que el predicador consigue despertar la fe en sus feligreses. You're innocent when you dream respondemos todos al unísono, confiados. Y luego se obra el milagro. Make it rain! Make it rain! gritamos. Y el confetti se precipita desde el cielo. El mago lo ha vuelto a hacer. Pero, por primera vez en cuarenta años de carrera, delante de nuestras narices. ¿Volverás algún día Tom Waits? Tú espíritu aún no nos ha dejado del todo.
5 comentarios:
On topic: Graciès por la parte que te toca. :) En Valladolid sintonizaré radios catalanas? A veure si aquest any tinc més sort. ¡Nos vemos en el futuro! ;)
PD. Qué rabia perderme a Tom Waits. Aunque bueno, este año he cargado pilas con Radiohead (espero que no te perdieras el concert de Barna) y Iron Maiden en Mérida!
Off topic: Esta vez ahí estarás. N'estic segur del tot (creu-me). Lo de la radio...¿es por el concierto? No lo pillo (je).
PD: Vi a los Radiohead hace tiempo en Barna y estuvo bien, pero, ni mucho menos, al nivel de Waits. Algún problema de sonido les puteó al máximo.
No te veía yo escuchando a Maiden. No me desagradan. Aunque mi hermano es el Heavy de la familia...
Saludos
Lo de las radio-ondas es para que mi oído no se olvide del catalán en la profunda Castilla y este agosto no me quede corta en la entrevista.
Qué envidia: Venecia, Venecia... Lleva cuaderno de viaje, eh? ;)
PD. Perdón por el borrón. Me equivoqué de dirección.:)
Ah! Era eso. Aquí hay gente que lleva cuarenta años y aún no lo habla...je. No creo que sea un problema grave para la entrevista.
Me voy a Venecia justo el 26 de agosto (un día después de las entrevistas del jurado) y el cuaderno se me antoja clave para no volverme loco por allí. Prometo crónicas, fotos y lo que sea.
Las protestas, los comentarios y las sugerencias dejádlas en este blog. Confío en que no seáis malos!
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